Por Robert Marcial González
Gracias al prodigio de la creatividad, la imaginación, la sensibilidad y la inventiva que habita en todos los seres humanos pero que solo una pequeña parte de la humanidad logra despertar primero y estimular después, la posibilidad de viajar no se circunscribe únicamente al desplazamiento físico que se realiza de un territorio geográfico a otro. La literatura, la historia, la música, el arte o el teatro (por referir solo algunos de los muchos ámbitos impregnados de virtud al alcance de la mano), ofrecen, entre otros muchos portentos, la posibilidad de que nos embarquemos en viajes tan complejos y difíciles como estimulantes y placenteros con la única condición de que tengamos la mente abierta y el corazón dispuesto. Quienes, de la mano de Homero se hayan animado a acompañar a Ulises en su “Odisea”; o, aquellos que seducidos por la prosa de Melville se animaron a embarcarse con el Capitán Ahab en su obsesiva persecución para cazar a la ballena “Moby Dick”; o, los espíritus aventureros que tuvieron el coraje de emprender con “Jim Hawkins” (el extraordinario personaje creado por Robert Louis Stevenson) su travesía hacia la “Isla del Tesoro”, están en condiciones de confirmar que, los pesares del alma y las dificultades que propone la vida se sortean con mayor eficacia y alegría si, a la predisposición propia de cada viajero, se le suman el mapa y la brújula que ponen al alcance del interesado aquellas almas sensibles capaces de alumbrar los viajes más complejos y difíciles con la magia y la destreza de su pluma y con la templanza y el equilibrio de su sapiencia.
La introducción que acabo de compartir casi abusando de la paciencia del amable lector, viene a cuento de que una vez más, el azar, siempre indescifrable y misterioso, me acaba de premiar con uno de esos viajes que regocijan el espíritu, nutren la mente y estimulan el corazón en partes iguales… Ese mismo azar al que Cortázar atribuía mayor entidad que a la más meditada y reflexiva de las planificaciones, posibilitó que me embarcara en un viaje apasionante por el que acaso representa el territorio más sacrificado y gratificante que puede transitar un ser humano durante su paso por el mundo: me refiero al insondable territorio de la maternidad y la paternidad. “Consejos de una Mamá pediatra” es el título del extraordinario libro que sirve de barquito para emprender el viaje y Silvia Villagra es el nombre de la médica apasionada que capitanea la nave con entereza y orienta la travesía con amor… Se trata de un libro que, lejos de edulcorar la cruda realidad que viven las familias en general, los padres en particular y las mamás particularísimamente con la llegada de un bebé, enfrenta la realidad sin ambages y sin filtros marcando en todo momento la magnitud del desafío y las complejidades de las tareas que deben desplegarse para abordar con altura y coherencia las exigencias afectivas, espirituales, operativas y logísticas que se activan con la presencia bullanguera y dicharachera del nuevo integrante.
El viaje -apasionante, sacrificado, arduo, estimulante y lleno de recompensaspropuesto por la Dra. Silvia Villagra a través de su obrita maestra, tiene varias paradas y estaciones entre las que destaco simplemente tres: i) Desde una mirada introspectiva, el libro invita a los viajeros a que se sumerjan tanto en su interior como en su historia de vida y, por ese camino, recuerden la importancia que tiene para el saludable ejercicio de la maternidad y la paternidad que aprendamos a recuperar y valorar el proceso de crecimiento personal y desarrollo cronológico que desembocó en el milagro de dar vida a esa personita que alegrará nuestras vidas con su mágica presencia. En esa línea, por ejemplo, el libro inevitablemente activa la línea de gratitud que los niños de ayer y adultos de hoy debemos tributar a nuestros padres a quienes recién ahora estamos en condiciones de comprender cabalmente… ii) Desde una perspectiva operativa, el libro aporta claves de orden práctico sumamente valiosas pues ayudan a simplificar la logística ultra demandante que requiere el cuidado responsable del bebé.
Ropitas apropiadas, sugerencias en torno a vacunación y cuidados preventivos, contenido de los bolsos, tipos de juguetes, utilidad de los diversos soportes y estímulos, cuidados básicos para reducir riesgos, etc., etc., integran el repertorio de detalles brindados por el libro y que ayudan a alivianar el despliegue logístico que durante el viaje deben realizar los padres para atender las necesidades del bebé… iii) Finalmente, desde una mirada prospectiva, el libro ayuda a aliviar todos los pesares y todas las dificultades pues transporta al lector hacia el futuro anticipando premonitoriamente las muchas satisfacciones esenciales que experimentarán los viajeros que emprendan la maravillosa travesía da la maternidad y la paternidad con el coraje, la apertura, la predisposición y la entereza que se requieren para honrar el inefable privilegio de criar con amor a un bebé a través del cual, más allá de la creencia que abrace cada uno, los padres tenemos la gracia de prolongar nuestras vidas y darle sentido y significación a nuestras existencias… Etimológicamente, viajar proviene del latín viaticum que significa “provisiones para el viaje”. La Real Academia, por su parte, enseña que viajar es “trasladarse de un lugar a otro por cualquier medio de locomoción”.
El libro al que refiero con el corazón alborotado, el alma agitada y las manos trémulas, constituye un viaje en ambos sentidos. La Dra. Silvia Villagra nos regala un viaje intenso y reconfortante al tiempo que nos brinda las provisiones para que podamos estar a la altura del enorme desafío que implica asumir la maternidad y la paternidad de manera coherente… Los que amamos los viajes, las aventuras, los desafíos y las travesías en todas sus formas y en todas sus manifestaciones, celebramos el aporte esencial que, con toda la magia de la que es capaz, nos regala Silvia a través de ese librito maravilloso que, en mágica alquimia, condensa de manera perfecta experiencia profesional, testimonio de vida y amor infinito…