Por Gonzalo Quintana
En la Argentina un candidato tiene posibilidades de ser presidente usando, como recurso electoral, una motosierra para liquidar a la “casta” política de su país. Empezó su carrera política presentándose como “anarcocapitalista” y proclamando algunas ideas, convenientemente adaptas, de Milton Friedman. Luego, bien pensado, utiliza una polisemia autodenominándose libertario.
Lo que está claro es que no es Milton Friedman y mucho menos Ronald Reagan. Es mucho más parecido al prototipo desarrollado por Steve Bannon.
En nuestro país un “pichón” de dictador incursionó en la política y optó por cintos y defecación, como recurso electoral, contra la “nueva casta” y obtuvo un resultado electoral espectacular, inédito.

En la Argentina la base político/electoral de los gobiernos predominantes (Peronismo) es la estructura y el armado de los sindicatos y los funcionarios públicos.
La cadena de la motosierra empieza a zafar. Ningún árbol ya está condenado como hasta hace poco. Hoy, todo ya “depende” de si esa parte de la “casta” conviene o no. Por ejemplo, los asquerosos sindicalistas ya ponen plata y la Iglesia comunista ya no es tan comunista, había sido.
En nuestro país después de los cintarazos y defecaciones sabemos que sólo sirvió para rasar y fortalecer la mayoría del grupo al que se pretendía defenestrar, la nueva casta. Es decir, la nueva “casta” hoy está fortalecida.
Tenemos UNA CASTA?
Si y no. Es decir, existen castas de distintos colores, formas y funciones. Desde 1989 tuvimos UNA “casta” bicolor que empezó el proceso democrático y la institucionalización republicana. Aunque con distintos colores se propusieron construir un Estado liberal, constitucional.
Esa casta, desarrollada en los partidos políticos, fue mutando, siendo sustituída con la formación de las grandes y pequeñas castas que coinciden en el desprecio por la racionalidad, por la mesura, por la austeridad y, lo más preocupante, en la falta de compromiso con los valores y los principios sobre los que construyen la democracia y la institucionalidad republicana. Con estos elementos en común las diversas castas conforman un bloque, UNA sólida CASTA.
Sin la cultura necesaria, el poder y el dinero enceguecen. No se puede ver lo que está enfrente y muchos menos lo que hay a la vuelta de la esquina.
Los últimos resultados electorales deberían advertir a la “nueva casta” de que si quieren sobrevivir por un buen tiempo más tendrían que modificar algunas conductas, aunque sea a nivel cosmético. Será muy difícil sostener en el mediano plazo tanta desfachatez.
En las últimas elecciones el padrón nacional estuvo integrado por 4.773.427 electores. Fueron a votar 3.021.069, esto es el 63,29 % de los inscriptos. El 42,74% optó por el candidato de la ANR y el 50,14% se estructuró entorno a los 2 principales candidatos no colorados.
El presidente Peña obtuvo 1.291.209 votos, 42,74 % de los votos emitidos. El 27,05 % del padrón.
Efraín Alegre obtuvo 830.302 votos, 27,48 % de los votos emitidos. El 17,394 % del padrón.
El “pichón” obtuvo 692.429 votos, 22,92 % de los votos emitidos. El 14, 505 del padrón.
Lo llamativo, no estoy seguro que sea una foto o si se puede establecer una tendencia, pero los datos indican que desde el inicio de la transición las “terceras fuerzas”, – Caballero Vargas y Fadul- estuvieron en un rango equivalente; pero con el Pichón, en proyección, la tendencia sería de sustitución.
¿Es inevitable la tendencia? Si la “casta” se da cuenta que se está poniendo la soga al cuello se puede pensar en revertirla. Para eso deben intentar romper con varios círculos viciosos que convergen amenazantes para el desarrollo pleno de nuestro país. Por ejemplo:
1.- El circulo vicioso de la venganza. 2.- El circulo vicioso de la polarización. 3.- El circulo vicioso de la mediocridad y la cultura que genera un prototipo de dirigentes mediocres. 4.- El circulo vicioso de la corrupción. 5.- El circulo vicioso de la narcopolítica. 6.- El circulo vicioso de la ignorancia. 7.- El circulo vicioso de la administración de la pobreza para obtener poder político.
Cada uno de estos círculos viciosos tienen su antídoto, ya se conocen las acciones para romper el círculo. Lo esperanzador es que ya no se necesita ni ingenio, ni creatividad para saber lo que funciona y lo que no funciona. Solo se necesita observar, ver y tener honestidad de propósitos.