Con un partido parecido a lo de Flamengo, Olimpia saltó al mitológico Maracaná con una postura muy replegada, dejando solo en punta a Walter González y con la idea de tapar por las bandas.
Fluminense, amo y señor de la pelota. Empezó a manejar. Moverla de un extremo a otro con Ganso, Arias, el colombiano, Keno y André, el más claro. Y precisamente él, tras una devolución de Keno, se mete en diagonal y saca un remate picante que en el camino se desvía en Mateo Gamarra y el gol para estallar al público del “Flu”. Un gol que cayó por decantación a favor de los brasileños.
Al Decano le faltó tener la pelota. Sintió la ausencia de Richard Ortiz porque los demás era de ir para adelante y nada de pausa y levantar la mirada.
En el segundo tiempo, el equipo paraguayo entró con el mismo libreto y no cambió. Agruparse, destruir en la concepción y si recuperaba la pelota era descargar directamente al llanero solicitario olimpista.
La estrategia de esperar generalmente no resulta si no te cuidás con el balón. Se corre mucho y es imposible aguantar si no se propone algo diferente. Al Olimpia faltaron esos matices y pagó caro.
Otra vez el toqueteo por la bandas con Keno y la orquesta de Ganso con esa visión rápida. El segundo era de esperarse. Salen con paredes y encuentran en el área a Germán Cano, goleador de aquellos. Utiliza bien el cuerpo para girar y en un solo movimiento cerca del área para el 2-0, un golpazo al mentón olimpista.
Chiqui Arce tendrá que abrir la caja fuerte y sacar unos cuantos de los ahorros guardados para intentar levantar otro pagaré en Asunción dentro de una semana. No es imposible. Todos los partidos son diferentes. A no darlo por muerto. Ya lo hizo en varias ocasiones. Olimpia es Olimpia, pero enfrente tiene a un gran equipo. Va a ser otra batalla.