Corren años bastante particulares para el rock and roll, son tiempos en los que no parece pasar una semana sin que una de sus grandes figuras se retire o directamente fallezca. Sin embargo, los fanáticos del género siguen más vivos que nunca e incluso renovándose con las nuevas generaciones, y un ejemplo de eso en la actualidad es la muy relevante pero también polémica banda de Michigan, EEUU, Greta Van Fleet.
Esta es una banda de hard rock anclada en las más profundas raíces del sonido clásico del género, apareció en la escena musical a finales de la década pasada con sus EP’s “Black Smoke Rising” y “From The Fires” y su álbum debut “Anthem of the Peaceful Army” de 2018, pero si hablamos de su presente, nada más el pasado viernes conocimos su tercer trabajo de larga duración oficial “Starcatcher”, precedido por “The Battle at the Garden’s Gate” de 2021.
La razón por la que el grupo conformado por los hermanos Kiszka y el baterista Daniel Wagner se ha convertido en polémico y es tan criticado es su muy fuerte (y a veces exagerado) parecido con la mítica banda Led Zeppelin, una de las más importantes de la historia del rock y de la música en general.
Si bien la banda tiene otras influencias que se pueden notar, el parecido con la legendaria agrupación británica en cuanto a su sonido es muy difícil de ignorar, sobre todo en lo referente a la voz de su cantante Joshua Kiszka, el cual a veces parece directamente ser una versión moderna de Robert Pant, voz líder de Zeppelin.
Esta crítica los ha acompañado durante prácticamente toda su carrera, y su último álbum lanzado nada más el pasado viernes no se libró de esto. Aunque algunas reseñas destacaron que en este tercer trabajo en efecto se nota la búsqueda de una identidad propia, con momentos más cercanos a grupos más modernos pero de estilos similares como Rival Sons, casi todas insistieron en que la relevancia de los viejos Zeppelin en la propuesta no terminaba de irse nunca.