Por Gonzalo Quintana
El gran tema electoral en nuestro país es la “unidad”: conseguirla y evitarla. Conseguirla solo para juntar votos; no para construir un proyecto político, económico, social común.
Evitarla, hacer todo lo posible, usar todos los medios, para que los otros no se “unan”. En el mismo sentido, claro está. Lo que no se quiere es que los votos de unos se sumen a los votos de los otros.
Es tan intensa la actividad en este marco estratégico que lo político está ausente de la política. “Dice nomás, porque está en campaña. No es lo que piensa, ni lo que va a hacer”. Esta es la contundente versión de la moral política criolla. La mentira resulta así una virtud.
La política pasó a ser el campo de acción psicológica. Lo leí y desde mi punto de vista es una descripción exacta de extremistas que han convertido las ideologías en siniestras “religiones laicas”.
“Religiones Laicas”, porque pretenden sustentar sus propuestas políticas en textos sagrados. Convierten los temas políticos en “verdades que no se discuten”, en dogmas. (Dogma: punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema).
De esto, el Papa Francisco ya hizo una advertencia para los católicos: El Papa advierte sobre el “infierno” a los fieles “presuntuosos” que “juzgan”. Copio: “Son infiltrados que usan la Iglesia para sus pasiones personales.”
Lo novedoso es que para evitar la unidad en la oposición, se promovieron candidaturas en los muchos medios de comunicación masiva y en las redes sociales con los que cuenta el candidato de la ANR, el cartista, Santiago Peña.

La campaña dio resultado. Logró que el considerado Díscolo, el Perturbador, el Agitador, avance aceleradamente en la intención de votos, según las encuestas publicadas por esos mismos medios.
Pero esas mismas encuestas muestran que del “triunfo seguro” se pasa a “no hay que descuidarse”. Algunos ya pasan a preguntar: ¿Quién va a ganar?
Sin juzgar la calidad de las encuestas, lo que se ve es descensos y ascensos, pero, sobre todo, lo que está claro es que no hay mayoría. También se ve que la primera minoría está quieta y que hay un movimiento “hacia arriba” del que empezó como tercera minoría.
La tercera minoría es la que se viene en la recta final y puede generar alguna flojera tomando en consideración que ese “cabayú” fue considerado díscolo, pertubador, agitador.
Díscolo, la : Del lat. tardío dyscŏlus, y este del gr. δύσκολος dýskolos ‘de trato difícil, malhumorado’ Desobediente, que no se comporta con docilidad.
Perturbador: Que perturba. Alterar el orden y concierto de algo.
Agitador: persona que agita los ánimos para propugnar determinados cambios políticos, sociales o culturales; en especial cuando se propugna el uso de la violencia.
Veremos; por ahora, no hay todavía una gran demanda de papel higiénico, parece.