En la semana se conoció que las Fuerzas Armadas de Putin utilizaron un misil hipersónico Kinzhal para atacar y destruir un objetivo importante de infraestructura civil en Ucrania. Este proyectil cuenta no solo con un alcance gigantesco, sino que además de difícil de detectar debido la alta capacidad de maniobra con la que cuenta. ¿Esta Rusia intimidando a Occidente y a EEUU o recurre a estos cohetes por desesperación?
Estos ataques son considerados directamente crímenes de guerra por la comunidad internacional, y desde Ucrania mismo ya se ha admitido que estos proyectiles van más allá de lo que ellos pueden prever y anticipar para defenderse. Cuando estas armas fueron presentadas en 2018, Putin incluso aseguró que podrían burlar escudos antimisiles desarrollados por EEUU.
El alcance de estas armas de aproximadamente 2000 Km, por lo que puede ser lanzado desde una muy larga distancia para destruir objetivos específicos en otros países. La hipótesis respecto a la desesperación en el uso de estos cohetes tiene que ver con una idea de agotamiento del arsenal regular dentro de las fuerzas rusas, recurriendo a medidas mucho más drásticas.
No obstante, si tenemos en cuenta lo dicho por Vladimir Putin en su discurso de presentación de estas armas hace ya cuatro años, también podría interpretarse como una advertencia a los EEUU en caso de que persista con su ayuda a Ucrania, desatándose un hipotético conflicto directo entre Rusia y la mayor potencia del mundo.