Por Gonzalo Quintana
“…Busca inteligencia y discernimiento y sobre todo capacidad para prevenir y ver lo que hay al doblar la esquina.” Consejo del Gral Colin Powell. Muchos no vieron y no ven el abismo que está ahí nomás, a un paso.
Hace meses que vengo construyendo dos archivos en paralelo: Un archivo con informaciones, publicadas en medios de prensa escritos, del actual proceso político argentino porque a mi parecer, tiene una enorme cantidad de elementos comunes que puede servirnos como pronóstico, si no, corregimos el rumbo. El otro es sobre nuestro propio proceso.
Mi primera preocupación es la enorme similitud entre el proceso electoral argentino recién iniciado pero con larga trayectoria política de descomposición de los partidos y la destrucción de la institucionalidad republicana y el nuestro, que está en la etapa electoral final pero inicial, digamos, de la descomposición de los partidos y de la destrucción de la institucionalidad republicana.
Ambos procesos muestran, también, que los gobiernos y los candidatos a gobernar evolucionan más sobre el pasado no para aprender y resolver los problemas que tenemos, sino que como herramienta para culpar a otros de los propios fracasos.
El funcionamiento del Estado y de las instituciones republicanas no están pensadas por los candidatos para generar oportunidades internamente, ni para recobrar prestigio en la comunidad internacional y procurar constituirnos en país confiable para las inversiones. El funcionamiento de las instituciones está pensadas a los efectos de la impunidad, la venganza y el enriquecimiento ilícito, individual o grupal. Parecido extremo con la Argentina.

Sé que es naif, de una ingenuidad rayana en la tontera, pensar que a estas alturas de nuestro proceso electoral se puede dar un cambio en el electorado y/o en los candidatos. El destino parece estar marcado; los rieles que marcan la trayectoria están colocados, la locomotora ya tiene a sus conductores seleccionados, con aparente o real nula capacidad de “cambiar” el destino.
Pero, el sueño, los ideales, e inclusive la sana ambición puede transformar una realidad que debe ser conocida y considerada para cambiar, no para someternos a ella.
La democracia es el modelo que nos permite periódicamente elegir, seleccionar, la gente que dirigirá nuestro barco o nuestro tren (como prefieran). El Gral. Colin Powell en sus lecciones de liderazgo da en el clavo para elegir a los que pueden hacer grandes cosas.
Supongo que la mayoría de nosotros estamos seguros de que los que tienen el perfil que menciona Powell, no podrían llegar al poder. La gente no les votaría, ni siquiera lo entenderían. Es que no vemos lo que está enfrente de nuestros ojos; ¿cómo veríamos lo que hay a la vuelta de la esquina?
Lección 13: “LA MEJOR REGLA PARA SELECCIONAR GENTE: busca inteligencia y discernimiento y sobre todo capacidad para prevenir y ver lo que hay al doblar la esquina.”
“También busca lealtad, integridad, mucha energía, EGO BALANCEADO y la ambición de lograr lo que se propone…”