La noche del 4 al 5 de agosto de 1962 el cuerpo sin vida de Marilyn Monroe apareció en su cama tras consumir una dosis elevada de barbitúricos. Este fue el misterioso final de uno de los mayores iconos de la cultura popular del siglo XX. Una estrella de Hollywood capaz de aglutinar la admiración de millones. Su vida ligada a la fama también desató escándalos, como la supuesta relación que mantuvo con el expresidente John Fitzgerald Kennedy y con su hermano Robert Kennedy.
Marilyn Monroe nació en 1926 con el nombre de Norma Jane Mortenson. Su infancia estuvo marcada por el abandono de sus padres y por su periplo por varias familias de acogida y orfanatos, unos años en los que incluso llegó a sufrir abusos sexuales. Con la llegada de su juventud destacaron sus dotes artísticos y su belleza, algo que hizo que en Hollywood se fijaran en ella. En 1946, con apenas 20 años, Marilyn firmó su primer contracto con 20th Century Fox.
Durante sus primeros años, Monroe se empeño en triunfar como actriz e invirtió gran parte de su tiempo en mejorar sus capacidades de actuación y canto. A pesar de que, en un principio, solo obtuvo pequeños trabajos y que algunos productores aseguraron que no servía para triunfar en Hollywood, Monroe fue haciéndose un espacio en la industria y fue conociendo a gente del mundo del cine, unos contactos que hicieron que pudiera promocionarse como actriz a través de la gran pantalla.
Los papeles que llevaron al éxito a Monroe fueron en comedias. Estas películas se centraban en destacar su atractivo físico e hicieron que la actriz se convirtiera en un icono sexual de su época.
Sus películas resultaron las más taquilleras del momento, llegando a alcanzar los 200 millones de dólares de ganancias, una cantidad comparable a 2.000 millones de dólares en la actualidad.
Unos datos que hicieron que se convirtiera en una figura más que rentable para la industria cinematográfica de Hollywood en su época más dorada. Pero Monroe dejó en claro desde el inicio que no pretendía encasillarse en el rol de icono sexual, al querer protagonizar otro tipo de películas que la hicieran crecer como actriz.
Y es que su mayor obsesión rondaba en torno a convertirse en una mejor artista, a pesar de que muchos la considerasen simplemente un objeto sexual que admirar. Con mucho esfuerzo Monroe logró protagonizar papeles dentro del cine negro que la permitieron desarrollar a personajes mucho más complejos.
Títulos como ‘Niagara’, ‘The Seven year Itch’ o ‘Bus Stop’, dispararon su reputación en la gran pantalla. Un reconocimiento que le llegaría en forma de premio en 1959, cuando obtuvo el Globo de Oro a la Mejor Actriz por su papel en ‘Some Like it hot’.