Por Pablo Valdez
Escándalo causó -semanas atrás- el insulto proferido en una de las cámaras del congreso dirigido a una parlamentaria, de parte de uno de sus colegas varones. Puta con escapulario pudo haber sonado muy fuerte en aquel contexto, pero la frase encaja perfecta para denunciar la hipocresía. De hecho, no fue la primera vez que alguien la utilizó en dicho recinto. Lo había dicho ya, varios años antes y en varias ocasiones el senador Juan Carlos Galaverna.
El significado de la palabra puta nadie necesita que se le explique. Diferente es el caso de escapulario, que no todos la conocen. Antiguamente se llamó así a una vestimenta religiosa de los carmelitas, que en la actualidad no es mas que un trozo pequeño de tela, o a veces medalla, que muchos católicos lo llevan colgado del cuello, en una cadenita. Dicho esto, queda claro y no necesita mayor explicación la contradicción que quiere expresar la frase.
Polémicas aparte, me agarro del desafortunado dicho para intentar desarrollar un aspecto que muy poca gente toma en cuenta cuando se indigna por la corrupción, y es que ella -la corrupción- es transversal. Es más inherente a las inclinaciones humanas, que a la de los partidos políticos. Al fin de cuentas, los partidos son organizaciones creadas y conformadas por seres humanos.
No hace falta tener ojo de lince para darse cuenta de la corrupción que nos rodea, a todos los niveles. Y que ella se pasea impune en medio todas las instituciones; y que la mayoría de las veces los responsables -los culpables- son colorados, no solo porque estos parecerían llevar en su ADN el gen de tan dañina costumbre; sino, sobre todo, porque ellos están en la mayoría de las administraciones de poder del país. Son mayoría, así de simple.
Mañana nos visitan los enviados del Grupo de Acción Financiera (GAFI). Su tarea, verificar la situación del lavado de dinero en el país. Me puse a buscar los antecedentes del Paraguay en verificaciones anteriores; me encontré con el dato de que estuvimos en la lista gris de países por no combatir dicho delito entre los años 2008 y 2012, justamente el periodo en que gobernaron Fernando Lugo y el PLRA. Yo se perfectamente que las medidas contra el lavado de activos no dependen exclusivamente del presidente de la república. La formulación de leyes eficaces emana de un pacto político que implica el concurso de todos los partidos; el control férreo y la aplicación de las leyes, sí está en manos de la voluntad del Poder Ejecutivo. Pero resulta paradójico que -justamente en el único periodo en el que no gobernaron los colorados- haya sido la vez en que nuestro país integró la lista de aquellos que no hicieron lo necesario para combatir el lavado de activos y la financiación del terrorismo. Esperemos que -aquellos que ya gobernaron y que hoy están en la oposición- la próxima vez actúen con el ejemplo. Y que los que hoy gobiernan trabajen para limitar el margen de maniobra del que gozan los corruptos.